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domingo, 11 de octubre de 2015

¿Y si en vez de musulmana me hubiese hecho monja?

No sería tan raro, podría haber sido también.
Siempre he sido una persona creyente y he intentado cumplir con la religión. 
Recuerdo en mi infancia querer cumplir con los 10 mandamientos que nos enseñaba la religión católica.
Quería aprender oraciones como el credo, el padre nuestro y demás, con gran interés y afán.
Me esforcé varias veces por leer la Biblia, aunque he de reconocer que me acababa aburriendo y nunca llegué a completarla entera.
Me encantaba conocer la religión, participar en la iglesia, ser una buena creyente, y mostrar ante todos mi fe y mis conocimientos.
Por lo tanto, no hubiera sido tan raro que me hubiese interesado por ser monja y dedicar mi vida a adorar a Dios (aunque también me llamaba la maternidad y los niños y no sé si lo hubiera conseguido).
Pero el destino, el qadr, lo que Dios había elegido para mí, fue que después de la muerte de mi abuela comenzase a dudar de mi fe en la iglesia y en la creencia que hasta entonces había tenido.
Y en ese momento, mis ganas de saber y de aprender hicieron que conociese el islam, la religión en la que encaminé mi vida para dedicar plena adoración a Dios en mi día a día y en todos mis actos, sin renunciar a la maternidad y a tener mi propia familia.
Ahora bien, socialmente, estoy segura de que si hubiese elegido ser monja en vez de musulmana a nadie le habría parecido tan descabellado.
"Una chica joven se ha metido a monja, pero tantas lo han hecho antes que aunque le tenemos lástima es algo normal, no es la primera"
"La hija de tal se ha hecho monja y vive en un convento, por eso se viste así y se tapa el pelo; es su obligación"
"Esta chica siempre fue muy beata y muy creyente, es normal que haya acabado así"
En cambio, elegí ser musulmana; y aquí es donde viene el conflicto:
"Pobre chica, se ha empezado a juntar con los moros y le van a comer la cabeza"
"Qué lástima que una chica tan joven desperdicie así su vida"
"La hija de tal se ha casado con un moro y le obliga a ponerse pañuelo, seguro que la maltrata y no le deja salir de casa"
Y así un largo etcétera que, aunque nadie ha tenido valor de decírmelo a la cara, ha llegado a mis oídos porque en un pueblo pequeño todo se sabe.
Señoras y señores opinólogos, he decidido ser musulmana por mi propia voluntad, porque quiero dedicar mi vida a adorar a Dios; pero no por ello he de renunciar a nada: soy madre, esposa, amiga, y muy libre de elegir mi futuro y lo que hago o dejo de hacer.
Y sí, llevo pañuelo y ropa larga, pero con ellos sigo estudiando para tener cada vez más conocimientos y más títulos y diplomas, no pienso dejar de aprender, y seguiré -si Dios quiere- siendo la buena estudiante que siempre fui, teniendo buenas notas, y destacando en todo aquello que haga: estudios reglados que me permitan trabajar en aquello que me gusta, y estudios islámicos que me permitan conocer más y mejor mi religión para así poder ser un buen ejemplo.

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