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domingo, 11 de octubre de 2015

La Alhambra de Granada, puro encanto

En 2003, todavía en mis inicios de este largo camino del islam, el instituto propuso un viaje al que yo no podía faltar: unos días en Granada para conocer la Alhambra, el casco antiguo de la ciudad, los baños árabes...
Allí estábamos, de viaje de estudios en Granada, dispuestos a visitar la Alhambra y el Generalife y a que un guía nos contase su historia.
Esos jardines, esas fuentes, la tranquilidad que se siente allí a pesar de estar llena de turistas, todo un encanto digno de ver y sentir.
Pero para mí, en aquel momento, creo que lo más bonito que pude ver, algo que llegué a sentir de verdad, fueron aquellas paredes con textos árabes grabados en las que podía leer perfectamente Allah, Dios (الله)
Realmente me interesaba el islam, pero también sentía una gran curiosidad por el idioma árabe.
Así que había buscado por internet el alifato (alfabeto árabe) y podía, al menos, reconocer las letras.
No sabía escribir, ni leer, y mucho menos entender, pero reconocía letras, y sobre todo el nombre de Allah que era fácil y algo en lo que me había esforzado por conocer.
No sólo me gustó la Alhambra, sino que el casco antiguo de Granada y las tiendas árabes que pude encontrar allí me transmitían tanto que me hubiese encantado vivir allí.
Alfombras, decoración de estilo árabe, alfarería, la famosa Mano de Fatima...
Era todo lo que me encantaba reunido un mismo sitio y en un pequeño barrio de una gran ciudad.
Aquella vez disfruté mucho de mi viaje a la Alhambra, pero todavía fue más especial para mi volver en 2011, después de conocer en profundidad el islam, de ser musulmana, llevando puesto mi pañuelo (hijab), y acompañada de mi marido.

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