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domingo, 11 de octubre de 2015

Del racismo a permitir que sus locales se conviertan en un Centro Islámico

Mis padres (y familia en general) nunca han sido muy simpáticos con los inmigrantes en general. Tampoco de tratar mal a nadie, pero sí de que cada uno en lo suyo.
Como era de esperar, mi cambio de intereses, religión y modo de vida tan diferente al suyo fue para ellos algo difícil de creer, y luego difícil de aceptar.
Pero con el paso de los años conseguí que respetasen mi decisión, aunque no la compartan.
A día de hoy, y desde hace unos años, el hecho de que sea musulmana lo tienen más que asumido, lo respetan, y hasta están orgullosos del valor que he demostrado.
Tanto que hemos pasado de ser más bien racistas a alquilar hace unos años el garaje de la casa familiar, que no se usaba, para que hiciesen en él una asociación cultural islámica.
Cabe decir que en su momento, cuando fueron a hablar con ellos para alquilar el local, se negaron rotundamente a que su garaje fuese un lugar de rezo.
Pero tras hablar con ellos, acabaron cediendo, se alquiló el garaje, y tan contentos están que han terminado por dejar otro local comercial del mismo edificio para que la Asociación Islámica se convierta en Centro Cultural Islámico, con sala de rezo y también aulas de estudio.
Nunca digas de este agua no beberé...

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